

Santísimo Cristo de la Buena Muerte
Hermandad de Labradores. Paso Azul | |
Grupo: | Cortejo de Redención. |
Personaje: | Santísimo Cristo Yacente. |
Objeto: | Trono. |
Imagen: | Cristo Yacente. |
Autor: | D. José Planes. |
Primer desfile: | 30 de marzo de 1945, Viernes Santo. |
Ref. bíblica: | Lucas 1, 26-38. |
Nombre popular: | “El Cristo Yacente” |
Introducción histórica
El Cristo Yacente de Planes se incorpora a la Procesión Azul en el año 1945, durante el mandato de D. Juan Mouliaá Parra, junto al trono, obra de D. Antonio Lerga, con el fin de «equilibrar e ir corrigiendo el significado de nuestro Desfile, siempre religioso, avalar con mayor riqueza artística la parte final de nuestra Procesión, en donde como síntesis o resumen de la misma, se funde todo el entusiasmo en un autentico fervor religioso al aparecer las imágenes que como cierre figuran en el mismo», según recoge D. Joaquín Gimeno Castellar en sus «Apuntes para una Historia del Paso Azul». La adquisición supuso un esfuerzo muy importante, ya que ascendió a 41.000 pesetas, considerada como gastos extraordinarios en el resumen de cuentas, con unos ingresos totales de 79.648 pesetas.
Según recoge D. Domingo Munuera Rico en su libro «Blancos y Azules y el Cortejo Bíblico-Pasional de Lorca», en 1946, y por una imposición de los poderes civil y religioso, tras decidirse no sacar las procesiones a la calle al modo tradicional, se acuerda celebrar una Procesión de Viernes Santo, que se denominará «Santo Entierro de Cristo», animada fundamentalmente por el coadjutor de la Parroquia de San Mateo, D. Manuel Pereira. Las Cofradías asumen la imposición, pero se hace constar «de que por las autoridades que han hecho la invitación a este Paso a la indicada Procesión del Santo Entierro se levante acta en que se refleje fielmente que el Paso Azul no hará ninguna aportación en años sucesivos, que no sea la tradicional celebración de sus Procesiones de Semana Santa». La nueva Procesión tiene su salida a las nueve de la noche desde la Capilla del Rosario, y en ella figura la Virgen de los Dolores tras San Juan, con acompañamiento de señoras azules y su banda de música, seguida del Cristo de la Sangre. El Cristo Yacente con nazarenos azules cerraría la Procesión, seguido de la Virgen dela Amargura. D. Ventura Navarro Sellés, en su obra inédita «Memoria de las Procesiones de Semana Santa, 1946», nos relata como testigo directo, un curioso incidente que retrasa la Procesión más de una hora, y altera considerablemente el orden de la misma: «como es tradicional, el Paso Azul acompaña al Morado hasta la Iglesia de Santo Domingo, pero al llegar a dicha Iglesia y de forma imprevista, las señoritas azules se manifiestan en el sentido de que Nuestra Señora de los Dolores saliese en Procesión detrás del Cristo Yacente del paso. El Sr. Teniente Coronel y su Presidente les indican que no puede variarse el orden de la Procesión, puesto que así está acordado y además porque se había organizado conforme a la Pasión de Nuestro Señor; pero de ninguna manera se llega a convencer a las señoritas azules, a las que se une una gran cantidad de señoras, y para no alterar el orden público se accede a lo pedido por estas, cambiandose el orden de Procesión, en la que el Cristo desfilaría seguido de la Virgen de los Dolores».
En el año 1951 se muestra en la Exposición de Arte Sacro de Roma, siendo galardonado por su excepcional calidad.
Durante el mandato de D. Miguel Pinilla Millán se borda el estandarte que lo toma como modelo, obra póstuma de D. Emiliano Rojo. Durante esta misma época se restaura la Procesión del «Entierro de Cristo», el Sábado Santo, en la que desfila en andas portado por Mayordomos azules con sus correspondientes túnicas, acompañado de la Virgen de los Dolores con el «Manto Negro» bordado en 1856. Tras unos años esta Procesión dejó de celebrarse.
En la Procesión actual, desfila tras el Cortejo Bíblico, precedido de la Cruz desnuda y seguido por la Virgen de los Dolores, que parece meditar ante el Cuerpo exangüe y sin vida de Cristo, imprimiendo al Cortejo Religioso de la Hermandad un carácter de tristeza y reflexión.
Su excepcional calidad como estudio anatómico, la sobriedad de sus líneas, la contención de la policromía, el mortecino gesto de la boca entreabierta que exhaló el último suspiro, la dejadez de los miembros y al mismo tiempo el rigor que imprime la muerte; la coloración cianótica de las partes acras, los párpados entreabiertos, confieren a la imagen un importantísimo valor artístico. La talla carece de efectismos galerista y diletante; está impregnada de una seriedad que la aleja, tanto de estilos proclives a las concesiones fáciles, tan propias de algunos tipos de imaginería popular, como de aquellos otros modelos desgarrados y hasta un punto tétricos excesivamente cadavéricos, que aunque dotados de gran calidad y salidos de las manos de grandes maestros, adolecen de la serenidad y de la armonía que caracteriza las obras de José Planes.
El día de su primera aparición era el primer Presidente honorario del Tercio del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, el Excmo. Sr. D. José Ibáñez Martín, entonces Ministro de Educación Nacional.
En la Semana Santa de 2005, el Viernes Santo, tuvo lugar el gran estreno del nuevo trono del Santísimo Cristo de la Buena Muerte. Para tal evento, se restauró el estandarte del Cristo Yacente, obra de Emiliano rojo en 1962. Su restauración fue llevada a cabo por varias señoras de la Asociación de la Santísima Virgen de los Dolores, bajo la dirección artística de Joaquín Gimeno Mouliaá, al igual que el nuevo reverso que completa el estandarte, todo ello bordado en oro.
Se realizó un terno de 15 acólitos, que precedían al trono del Cristo Yacente, vestidos con dalmáticas que portaban cruz alzada, ciriales, navetas e incensarios que inundaban la carrera con el aroma del incienso. Todo ello realizado en plata.
También se bordaron dos paños fúnebres, dirigidos por Miguel García Peñarrubia. Cada uno de ellos se compone de otro más pequeño que va superpuesto sobre el más grande. En el pequeño, aparece el anagrama del Santo entierro enmarcado y coronado por una corona y un ángel alado; en el paño mayor destaca una enredadera de pasionarias que acaba en dos calaveras que portan una corona real y una mitra. Todo ello rodeado de una gran greca de oro con motivos vegetales.
Dichos paños están situados a ambos lados del magnífico trono realizado por el ebanista sevillano Manuel Guzmán Fernández, hijo de Guzmán Bejarano, autor del trono del Misterio del Santísimo Cristo de la Coronación de Espinas. Realizado en madera de cedro, barnizado y dorado, junto con los hachones y cartelas de plata, hacen de él un conjunto soberbio. En las cartelas aparecen representadas escenas de la Pasión de Cristo como son: El Beso de Judas, El Prendimiento, El Juicio ante Poncio Pilatos, Cristo atado en la columna en el momento que lo están flagelando, El Calvario, El Descendimiento, El Santo Entierro y La resurrección.
Las platas fueron realizadas por el orfebre de Sevilla, Juan Borrero.
Si bien en 2005 se estreno esta nueva puesta en escena del Santo entierro, en 2009 se estrenaron en procesión las cabezas de viga que faltaban. El tallado y el barroquismo de sus formas, manifiestan el dolor del momento; el color y brillo de su dorado, reflejan su espiritualidad. Los medios materiales, técnicos y humanos fueron puestos por los portapasos Pedro y Salvador. Las cabezas de viga se presentan, en este caso, como la continuación natural del varal, por eso se utiliza el mismo tono de la madera y la misma textura.
Trascripción bíblica
Evangelio de San Mateo
Sepultura de Jesús. Siendo ya tarde, compareció un hombre rico, natural de Arimatea, Llamado José, el cual era también discípulo de Jesús. éste se presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús; el cual mandó Pilato que se le entregase.
José, pues, tomando el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia, y lo colocó en un sepulcro suyo que había hecho abrir en una peña, y que no había servido todavía; y arrimando una gran piedra, cerró la puerta del sepulcro y fuese. Estaban allí María Magdalena y la otra María, sentadas enfrente del sepulcro.
Evangelio de San Marcos
Sepultura de Jesús. Al caer el sol (por ser aquel día la parasceve o día de preparación, que precede al sábado), fue José de Arimatea, insigne consejero (miembro del Sanedrín), el cual esperaba también el reino de Dios, y entró denodadamente a Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. Y Pilato admirado de que tan pronto fuese muerto, hizo llamar al centurión, y le preguntó si efectivamente era muerto. Y habiéndole asegurado que sí el centurión, dio el cuerpo a José.
José, comprada una sabana, bajó a Jesús de la cruz y le envolvió en la sábana, y le puso en un sepulcro abierto en una peña, y arrimando una piedra, dejó así con ella cerrada la entrada.
Entretanto, María Magdalena y María, madre de José, estaban observando donde le ponían.
Evangelio de San Lucas
Sepultura de Jesús. Entonces se dejó ver uno del consejo, llamado José, varón virtuoso y justo, oriundo de Arimatea, ciudad de la Judea, el cual no había consentido en el designio de los otros, ni en lo que habían ejecutado; antes bien era de aquellos que esperaban también el reino de Dios. Éste se presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús: y habiéndole descolgado, lo envolvió en una sábana y le colocó en un sepulcro abierto en peña viva, en donde ninguno hasta entonces había sido sepultado. Era aquel el día que llamaban paresceve o preparación, e iba ya a entrar el sábado (iba a ponerse el sol, pues los judíos contaban los días desde una puesta del sol a otra)
Las mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea observaron el sepulcro y la manera con que había sido depositado el cuerpo de Jesús.
Y al volverse, hicieron prevención de aromas y bálsamos: bien que durante el sábado se mantuvieron quietas, según el mandamiento de la ley.
Evangelio de San Juan
Sepultura de Jesús. Después de esto, José, Natural de Arimatea, que era discípulo de Jesús, bien que oculto por miedo de los judíos, pidió licencia a Pilato para recoger el cuerpo de Jesús; y Pilato se lo permitió.
Con esto vino, y se llevó el cuerpo de Jesús. Vino también Nicodemo, aquel mismo que en otra ocasión había ido de noche a encontrar a Jesús, trayendo consigo una confección de mirra y de áloe, cosa de cien libras (esta cantidad supone gran esplendidez y gran devoción para con Cristo). Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús, y bañado en especies aromáticas, le amortajaron con lienzos, según la costumbre de sepultar a los judíos.
Había en el lugar donde fue crucificado, un huerto; y en el huerto, un sepulcro nuevo, donde hasta entonces ninguno había sido sepultado. Como era la víspera del sábado de los judíos y este sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.
Bibliografía:
- Sagrada Biblia.